por Geidar Dzhemal*
- Página Transversal - Un acontecimiento clave en el mundo diplomático ha sido la repentina
rotura de relaciones entre Irán y Canadá a iniciativa de esta última.
Como declaró el viernes el cabeza del Ministerio de Exteriores
canadiense John Bard, las autoridades de Canadá habían cerrado su
embajada en Teherán y concedieron cinco días a los diplomáticos iraníes
para abandonar el territorio de su país.
Semejante
iniciativa del gobierno canadiense resultó ser una acción bastante
inesperada, no provocada por ninguna actuación reciente de Teherán. Como
justificación Ottawa ha enumerado argumentos poco convincentes, como la
mala predisposición hacia “nuestro amigo Israel”, el programa nuclear y
– ¡como no podía ser menos! – el apoyo a Asad. Al menos dos de las
circunstancias mencionadas son ya de “larga duración”: con el mismo
éxito Canadá podía haber roto sus relaciones con Irán hace 10 años, y si
hablamos del enfrentamiento iraní-israelí, hace al menos 30. Así que en
realidad la cuestión es otra. El ataque de histeria del gobierno
canadiense no es más que un caso particular de la gran histeria que se
ha apoderado de todo el mundo occidental y que se ha agudizado sobre
todo después de la Cumbre de los Países No Alineados celebrada en
Teherán.
Los
EE.UU. no pueden romper sus relaciones con Irán – ya fueron rotas en el
transcurso de la propia Revolución Islámica. Los estados europeos, pese
a toda la presión de Bruselas y Washington (o más exactamente, Nueva
York, donde reside la ONU y la mayor parte de la “trastienda mundial”),
no desean para nada romper con Irán, lo que quedó claro tras la
declaración de Ángela Mérkel. Como estructura la UE claro que las
rompería, pero la Unión Europea aún no ha llegado al suficiente nivel de
integración como para poder mantener esas relaciones como sujeto
independiente. Así que fue la pobre Canadá la que tuvo que responder por
todos.
Repetiré
una vez más – el motivo de la histeria, sin duda, ha sido la 16ª Cumbre
de los Países No alineados, celebrada con éxito en Teherán. A pesar de
las promesas pecuniarias y el chantaje de los Estados Unidos, la
República Islámica ha recibido el apoyo de 120 países, del secretario
general de la ONU Ban Ki-Moon, que acudió a la cumbre, y del nuevo
presidente de Egipto Mursi, representante de los Hermanos Musulmanes.
Todo ello anula la ya de por sí dudosa legitimidad de la así llamada
“comunidad internacional”, que se esconde tras la fachada de
organizaciones como la ONU, la UE y la OTAN.
Por
cierto, el concepto de “comunidad internacional” no debe engañar a
nadie. No se trata de la reunión de los gobernantes de los estados
nacionales soberanos – sino de la burocracia cosmopolita que crece sobre
el terreno abonado de las estructuras supraestatales y no
gubernamentales. Hace ya bastante que en el mundo se ha formado el doble
estándar de legitimidad: las legislaciones nacionales y los acuerdos
internacionales que están por encima de ellas. Dentro de este contexto
se puede decir que el propio principio de legitimidad se ha convertido
en una abstracción en el mundo de hoy y es a diario profanado por la
descarada retórica hipócrita de los personajes públicos internacionales.
La animación habida en el seno del Movimiento de los No Alineados, que
tiene ya cincuenta años, está relacionada precisamente con que, después
de toda una serie de golpes, incluso los burócratas más obtusos de los
países soberanos ven el peligro que emana precisamente de las
estructuras internacionales. Dos terceras partes del mundo están
asustadas por las tendencias que se desarrollan en el seno de la ONU,
UE, UNESCO, AIEA, Greenpeace, interminables fondos “de lavado” para la
defensa de los derechos humanos, animales, plantas y fauna marina… Hoy
queda claro para todos que cualquier representante de la soberanía
nacional dentro de nada será culpable simplemente porque la burocracia
internacional tiene ganas de comer.
Seamos
sinceros: si en la Casa Blanca estuviera ahora un republicano, y el
mundo tuviera la misma construcción unipolar que había adquirido a raíz
del derrumbe del campo socialista, difícilmente Teherán hubiera tenido
la posibilidad de reunir un foro tan multitudinario y representativo. No
olvidemos que prácticamente todos los países actuales, a excepción del
estrecho círculo de los países occidentales, están encabezados por los
nacional-liberales clásicos, que ven su patria espiritual en el imperio
norteamericano, dirigido por el Partido Republicano. Precisamente ese
imperio que en las condiciones del régimen tecnológico de la información
reproduce el espíritu y los símbolos del Imperio Romano, que está
arraigado en el suelo patrio, se apoya en el electorado nacional,
representa el cuartel general de aquel liberalismo que en su día se
rebeló contra la corona británica y fue ayudado por la Gran Revolución
Francesa. Y hasta el día de hoy para todos los mubárak, somozas,
stressner y chang kai chek de la época de posguerra del liberalismo
vencedor, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la
constitución de los Estados Unidos, sus padres fundadores – son
aproximadamente lo mismo que los sutras y las manifestaciones de Buda
para los budistas actuales. De modo que si en vez de la guerra abierta
del gobierno mundial contra los estados nacionales, tuviéramos un
imperio “normal” de tipo romano, deseoso de dictar su voluntad y de ser
el árbitro para todo el mundo, lo más probable es que la mayoría de
aquellos que acudieron a Teherán se hubieron sentido más identificados
con él que con la teocracia iraní.
Por
cierto, la teocracia es una de las principales causas de la resistencia
de Irán frente al conjunto de Occidente con todas sus sanciones y
chantaje. Ningún liberal, ninguna burocracia nacional controlada por los
liberales es capaz de mantener semejante resistencia. Lo cual queda
perfectamente ilustrado con los ejemplos de Saddam, Kaddafi, Mubárak,
Milóshevich y muchos otros que se habían doblegado y jugado a las damas
con el establishment occidental. La teocracia iraní se mueve
por unas motivaciones completamente distintas, posee una ontología
totalmente diferente con respecto a los liberales corrientes, que
predominan por todas partes en el mundo. Además, los más altos círculos
políticos de Teherán tienen conexiones e influencia a unos niveles, cuya
existencia ni siquiera sospechaban los milóshevich y los saddam.
Justamente
por eso los nacional-liberales hoy van a rendir el homenaje a la élite
teocrática de Teherán, a la que ven hoy como el único faro de
resistencia antioccidental, que no se va a doblegar y a entregarles, sin
importar el grado de presión y de chantaje (lo que, por cierto, podemos
presenciar en el ejemplo con Siria).
Y
es por lo que Irán, sin ser un país demasiado grande y sin poseer un
potencial tecnológico y militar muy desarrollado, ha alcanzado la
posición de liderazgo, que supera con mucho lo que se podría esperar de
un estado de sus dimensiones. Hoy en el plano político Irán “pesa” más
que, por ejemplo, Brasil o incluso India que, por lo demás, posee la
bomba nuclear y misiles intercontinentales. Pero, precisamente, la
resistencia decidida de Irán ha permitido al gobierno de la India,
representado por el primer ministro Manmohan Singh, quien acudió a la
cumbre de Teherán, levantarse desde las rodillas y desafiar al “hermano
mayor”, declarando que India seguiría colaborando con Irán, incluida la
esfera financiera y la importación de petróleo y gas.
El éxito de la cumbre hace posible el avance real del proyecto “Cuadrado verde”,
que tan agudamente necesitan los países no alineados y, en primer
lugar, los estados del mundo islámico. Se trata de la perspectiva de una
unión político-militar entre Irán, Egipto, Paquistán y Turquía. Este
proyecto tiene muchos obstáculos en el camino de su realización: la
guerra en Siria, en Afganistán, el factor kurdo, los acuerdos de
Camp-David. Sin embargo después de la cumbre esos obstáculos significan
algo menos, y la posibilidad de realizar este proyecto es algo mayor que
antes del congreso internacional en Teherán. Hacia ahí apunta la
asistencia de Mursi a la cumbre y las últimas vacilaciones de la
dirección turca en cuanto al mantenimiento de la política anti-Asad. De
momento tal posibilidad parece demasiado hipotética, pero hace poco el
mismo tema de la no alineación no merecía ninguna atención. El que ante
nuestros ojos suceden acontecimientos que ni siquiera podían imaginar
los expertos occidentales, fue la causa de una reacción tan exagerada de
Canadá, que en su nombre ha expresado el pánico que se ha apoderado de
la “comunidad internacional”.
Para
ser realistas hay que darse cuenta de que el éxito de la diplomacia
iraní traerá como consecuencia el recrudecimiento de la lucha en todas
las direcciones, incluyendo la dirección de Rusia y China como las
grandes potencias, más interesadas en el desarrollo del Movimiento de
los No Alineados. De hecho ya nos encontramos en el epicentro de la
nueva guerra fría, en la que el Movimiento de los No Alineados se
enfrenta al aparato burocrático de las Naciones Unidas y de la Unión
Europea. Y el resultado de esta guerra fría ni de lejos está
predeterminado.
8/09/2012 - Revista Poistine.com
*
Geidar Dzhemal, filósofo, teólogo del Islam Revolucionario, Presidente
del Comité Islámico de Rusia (www.islamkom.org), cofundador en 2006
del Frente de Izquierda (Levi Front – www.leftfront.ru), cofundador en 2009 de la Interunión (Internatsionalni Soiuz – Unión Internacional, plataforma revolucionaria mundial contra el Sistema – www.interunion.org). Representante en Moscú en la Asamblea Mundial “Ahl – al – Beit” (Gente de la casa del Profeta).
Representante permanente de la conferencia islámica de Jartum, diputado
de la Asamblea Nacional de la Federación Rusa. Desde el enero de 2012
entra en el Comité Político Ruso (Rossiyski Politicheskiy Komitet), organización opositora.Vive y trabaja en Moscú.
(Traducción directa del ruso de Arturo Marián Llanos)
Fuente: Página Transversal
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