viernes, 20 de julio de 2012

¿Espada del Islam o Gran Satán?

Por Claudio Mutti - Entre los méritos que hay que reconocer al Imam Jomeini, está aquel de haber designado de manera clara y perentoria al enemigo principal: el principal enemigo no sólo del Islam sino de todas las culturas y todos los pueblos de la tierra.

El enemigo del hombre, si tomamos esta definición coránica del demonio que un famoso poema palestino lanza contra Israel. Por otra parte, visto más de cerca, ¿qué diferencia existe entre Israel y la superpotencia imperialista administrada por los diversos Cohen y Albright?

Así, señalando a los Estados Unidos de América como el “Gran Satán”, Jomeini puso los cimientos de una doctrina que atribuía un rol primario y vital a la lucha contra el imperialismo de EE.UU. y pasa a un segundo plano las disputas existentes entre el Islam y todos sus otros oponentes. Por lo tanto Saddam Hussein, contra el que la República Islámica de Irán tuvo que luchar una guerra larga y agotadora, representa en la perspectiva jomeinista un “pequeño Satán”, con el que Irán también podría haber llegado a un acuerdo.

El que escribe, de hecho, tuvo la oportunidad de asistir personalmente a las manifestaciones de júbilo que tuvieron lugar en Irán cuando llegó la noticia de que Saddam Hussein había ocupado Kuwait: antes de que las declaraciones del gobierno impusieran una línea oficial de condena a la iniciativa de Saddam, podíamos oír a los Pasdarán y a los Basij, quienes habían combatido largos años de guerra contra Irak, expresando la esperanza de que las tropas de Bagdad prosiguiesen su marcha contra la mismísima Arabia Saudita. Por otro lado, se sabe que durante la Guerra del Golfo (1991), los militantes iraníes del “Partido de Dios” (Hezbollah, N. d.T.) manifestaron reiteradamente su desacuerdo con la línea equidistante seguida por el gobierno “pragmático” en Teherán, y solicitaron en vano una decidida solidaridad con el Irak atacado por el “Gran Satán”, Estados Unidos.
 
Aceptado el principio de que los EE.UU. es el principal enemigo, para los revolucionarios iraníes era pues indiscutible que había que apoyar a cualquiera que se encontrase luchando contra el “Gran Satán”.

En la ex Yugoslavia, el llamado radicalismo islámico, en su mayoría identificado con la Hermandad Musulmana y las corrientes fundamentalistas similares, más o menos inspiradas, controladas y apoyadas por los ambientes sauditas, ciertamente no se ha aplicado la lección de Jomeini.

En Bosnia, estaba claro desde el principio que el diseño del “Gran Satán” consistía en utilizar musulmanes y croatas contra los serbios con el fin de crear un protectorado de EE.UU. en el corazón de los Balcanes. Ni los estadounidenses podrían tener problemas con el proyecto pueril de “estado islámico” formulado por Alija Izetbegovic: más allá de sus enunciados teóricos, se comprobó rápidamente su orientación real, cuando una vez en Washington rindió devoto homenaje en el Templo del Holocausto .  Un gesto, éste, que desde un punto de vista islámico equivale a un acto de pura idolatría. La prueba definitiva es que entre los partidarios más entusiastas de Izetbegovic estaban Glucksmann, B. H. Levy y, en Italia, Marco Pannella, mientras que entre los financistas del gobierno bosniaco se encuentra nada menos que George Soros.

La áspera etiqueta de ” Islam made in USA “, que el Imam Jomeini había acuñado sobre los reyezuelos y jeques beduinos, podría adaptarse muy bien al” Islam” del grupo de Izetbegovic.

Por otro lado, dejando a un lado los intentos iraníes de influir en la situación de Bosnia, los gobiernos del mundo musulmán que mejor colaboraron con los EE.UU. en el apoyo del grupo de Izetbegovic fueron Ankara y Riad: la primera, porque el proyecto americano reservaba para Turquía el papel de guardián de los intereses de Estados Unidos en los Balcanes, y el segundo para extender a Bosnia la influencia wahhabita y destruir lo poco que quedaba del Islam tradicional. No debería siquiera ser necesario tener que recordar que la clase política turca se formó en la escuela del feroz secularismo occidentalista y anti-musulmán de Kemal Atatürk y sus sucesores, mientras que la secta wahhabita en el poder en Arabia es considerada heterodoxa por los líderes espirituales más influyentes de la comunidad islámica mundial.

A través de los países gobernados por grupos seculares o islámicos heterodoxos (Turquía, Arabia Saudí y los estados petroleros-, Pakistán, Afganistán) e incluso tratando de recuperar su estrategia del Irán post-revolucionario, los Estados Unidos tienen la intención de constituir un “cinturón musulmán” que encarcele a Rusia y toda la zona de los cristianos ortodoxos. El diseño, por supuesto, no establece que el Islam debe prevalecer sobre la Ortodoxia, se pretende- y esto es realmente “diabólico” – usar al Islam contra la Ortodoxia, pero de tal manera que quede entre las dos áreas un cierto equilibrio.

Es a la luz de este plan que debe considerarse el apoyo estadounidense a la secesión del Kosovo y, finalmente, al establecimiento de lo que se conoce, sin el más mínimo sentido del ridículo, como la “Gran Albania”. El mundo islámico sería realmente ciego y suicida, si se cayese en la trampa que ha sido preparada contra él y si, impulsado por la simpatía hacia los albaneses del Kosovo tomase una posición contra Serbia: De esta manera, el Islam estaría automáticamente del mismo lado que el “Gran Satán”.

Es significativo, a este respecto, que en el mundo musulmán, exceptuando declaraciones irreflexivas de algún grupo marginal, se haya hasta ahora pronunciado contra Serbia tan sólo el emir-fantoche de Kuwait, mientras que Irak, que desde hace diez años es un objetivo de repetidos ataques por parte de Estados Unidos, no ocultó su solidaridad hacia Serbia cuando ambos países se vieron afectados por el embargo estadounidense.

El asalto del Occidente secularizado contra las sociedades tradicionales indujo a Konstantin Leontiev en el siglo pasado a auspiciar la aparición de un frente común, que podrían haber constituído conjuntamente el Islam y la Ortodoxia. Hace veinte años la inteligencia mundialista (por ejemplo, Alexander Yanov) expresó su preocupación por el interés en estos puntos de vista que se manifestaban en algunos círculos soviéticos no oficiales.

Diez años más tarde, la bota americana aplastó el corazón de los Balcanes, donde convergen y se reúnen tres componentes de Europa: el católico centroeuropeo, el bizantino eslavo y el musulmán. En el microcosmos de los Balcanes, de hecho, los musulmanes (bosnios y albaneses) constituyen la vanguardia histórica de un Islam europeo autóctono que llega hasta el Cáucaso, los serbios son el afloramiento más occidental de la Ortodoxia, los croatas representan a la cultura católica. Es más que obvio, llegados a este punto, que la guerra en Bosnia también ha tenido el objetivo de sabotear la posibilidad de una alianza entre Alemania y Rusia, que según Kissinger representa la adversidad más peligrosa para la hegemonía mundial los EE.UU. Es igualmente claro que, de acuerdo con los planes del gran Satán, el conflicto entre musulmanes y ortodoxos debería extenderse desde Bosnia y el Kosovo a otros lugares, para que también en otras regiones de Eurasia los seguidores del Islam y de la Ortodoxia fueran arrastrados a guerras civiles útiles tan sólo a los amos del poder global. Divide et impera. Carl Schmitt, quien se había casado con una mujer serbia, cuenta en alguna parte una fábula difundida entre los eslavos del sur: “Dos pequeños ratones vivían en un estado violento de hostilidad mutua y trataban de hacerse el mayor daño posible el uno al otro. Un día el gato devoró a uno de los dos ratones. El otro, a partir de ese momento, vió al gato como a un amigo y aliado, y quiso ir a verlo para darle las gracias. Y así también él fue devorado. “

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Traducido por Felix Widerstand (Adversario Metapolítico)

Versión original, aparecida en la web de Claudio Mutti en 2005; el artículo probablemente fue escrito algunos años antes:

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