por Yusuf Fernández - A finales de febrero, algunas agencias internacionales informaron de
que cientos de rebeldes extranjeros estaban huyendo de la provincia de
Ibleb, en el noroeste de Siria, a través de Turquía. Algunos de ellos
afirmaron que estaban planeando unirse a los militantes de Al-Qaeda en
Malí para luchar contra las tropas francesas desplegadas allí.
La razón de esta retirada no está clara. Algunos observadores
dijeron que la causa real de la misma era la ofensiva del Ejército sirio
contra los grupos terroristas en la provincia y la decepción de algunos
militantes, que han visto que su lucha no es popular en Siria, como sus
reclutadores les habían hecho creer antes de irse allí.
La ironía es que Francia, que invadió Malí hace algunas semanas,
para luchar en teoría contra los grupos radicales en ese país, tendrá
que acabar combatiendo contra los mismos grupos que ha estado
financiando abiertamente en Siria. Estos militantes han utilizado el
dinero y el entrenamiento proporcionados por los franceses en Siria con
el fin de obtener experiencia de combate y es de suponer que pondrán en
práctica este conocimiento recién adquirido contra las tropas francesas
en Malí.
Según los observadores, Francia se ha convertido en el más
importante patrocinador occidental de los grupos armados sirios y está
ahora financiando directamente a los grupos terroristas que operan
alrededor de Alepo y otras partes del país árabe, como parte de un nuevo
intento para derrocar al gobierno sirio. Grandes sumas de dinero han
sido enviadas a través de la frontera turca por los agentes del gobierno
francés a los jefes rebeldes, afirmaron fuentes diplomáticas. El dinero
ha sido utilizado para adquirir armas dentro de Siria y financiar las
operaciones armadas contra las fuerzas gubernamentales.
El 14 de Marzo, el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius,
anunció que Francia y el Reino Unido ignorarían una prohibición de la
Unión Europea para enviar armas a los grupos terroristas sirios que
operan allí. El objetivo continúa siendo el mismo: derrocar al gobierno
de Bashar al Assad. El periódico francés Le Figaro también informó en
aquellos días que consejeros militares franceses se habían reunido
recientemente con grupos rebeldes dentro de Siria, en un área situada
entre el Líbano y Damasco. Cabe señalar que enviar personal militar a un
país sin el permiso de su gobierno equivale a una invasión militar.
A pesar de todo este apoyo, el objetivo político de Francia en Siria
parece estar tan lejano como siempre. “Las cosas no se están moviendo.
La solución que esperábamos, y con esto me refiero la caída de Bashar y
la llegada al poder de la coalición (opositora), no se ha producido,”
reconoció Fabius el 24 de enero. En diciembre de 2012, él había afirmado
que “el fin está próximo” para el presidente sirio. Un alto responsable
libanés que visitó Francia a finales del pasado año dijo al diario As
Safir que “Francia estaba sorprendida por el hecho de que el presidente
sirio, Bashar al Assad, su régimen y su Ejército hayan podido resistir”.
Por su parte, el gobierno sirio ha condenado esta injerencia
francesa en sus asuntos internos. “Francia está actuando como una nación
hostil,” dijo el ministro de Reconciliación Nacional, Ali Haidar, a
AFP. “Es como si quisiera retrotraerse al tiempo de la ocupación,”
añadió refiriéndose al mandato francés en Siria después de la Primera
Guerra Mundial. Damasco ha dejado claro que las actuales políticas de
Francia debilitarán o incluso eliminarán su influencia política,
económica y cultural en Siria, quizás para siempre.
Además, Francia está muy inquieta por la posibilidad de represalias
de los grupos vinculados a Al-Qaeda, similares a los que está
financiando en Siria, por su intervención en Malí. El 1 de Marzo, tres
militantes sospechosos fueron arrestados en el sur de Francia por
planear supuestamente un atentado en los días siguientes, afirmó el
fiscal de París.
Cambio de política exterior
El efecto boomerang que ha tenido el apoyo al terrorismo en Siria es
sólo una de las desastrosas consecuencias del cambio de política
francesa hacia el mundo árabe y musulmán, que comenzó cuando Nicolas
Sarkozy, de tendencia pro-israelí y pro-OTAN, se convirtió en
presidente. Antes de ese hecho, Francia había ganado una sólida
reputación debido a su política exterior gaullista, uno de cuyos pilares
era la independencia del país frente a EEUU. En febrero de 2003, el
ministro de Exteriores francés, Dominique de Villepin, fue
universalmente aplaudido cuando él opuso en el Consejo de Seguridad de
la ONU a los patéticos intentos del secretario de Estado estadounidense,
Colin Powell, de intentar justificar la entonces próxima invasión de
Iraq con mentiras evidentes acerca de las inexistentes armas de
destrucción masiva de Iraq.
La nueva política exterior francesa, bajo la influencia de políticos
sionistas como el propio Sarkozy, Bernard Kouchner o Laurent Fabius, y
de activistas sionistas como Bernard Henry-Levy, cambiaron la ecuación.
Francia comenzó a desarrollar políticas pro-israelíes y neocoloniales en
África y Oriente Medio y adoptó una postura más radical en relación a
Siria e Irán que cualquier otro país occidental.
En África, París ha incrementado su presencia militar en los últimos
años. La intervención de Francia en Malí, con un contingente de 750
soldados, ha buscado reforzar al ejército maliense en contra de los
rebeldes de Al-Qaeda, que han controlado el norte del país africano
durante aproximadamente dos años. Sin embargo, la guerra en Malí está
todavía comenzando y, aún peor, está convirtiéndose en una guerra
asimétrica, que tendrá efectos graves a largo plazo. Esta guerra podría
implicar a Francia durante años, a pesar de los repetidos anuncios de
París de que desea evacuar a su ejército del país africano tan pronto
como sea posible.
Catar, el aliado de Francia, apoyó a los extremistas en Malí
Por otro lado, Catar, que es el aliado más importante de Francia en
la cuestión siria, ha criticado la injerencia de París en Malí,
señalando que la fuerza no resolverá el problema. Por su parte, varios
responsables franceses han acusado abiertamente a Catar de financiar a
los rebeldes de Malí.
La primera acusación sobre la implicación de Catar con los
separatistas tuareg y los grupos vinculados a Al-Qaeda en Malí se
produjo en un artículo publicado en junio de 2012 en el semanario
francés Le Canard Enchainé. La publicación citó a una fuente anónima de
la Inteligencia militar francesa que dijo: “El MNLA (separatistas laicos
tuareg), Ansar Din (una organización vinculada a Al-Qaeda) y el MUJAO
(Movimiento por la Unidad y el Yihad en el África Occidental) han
recibido todos ellos dinero de Doha. “El gobierno francés conoce
perfectamente quién es el que está apoyando a estos terroristas. Catar,
por ejemplo, continúa enviando una así llamada “ayuda” y alimentos cada
día a los aeropuertos de Gao y Tombuctú”.
La especulación es que Catar está buscando incrementar su influencia
en Malí con el fin de desarrollar vínculos comerciales con esta nación,
de la que se cree que posee importantes reservas de petróleo, gas y
uranio. Además, su presencia en Malí “incrementa enormemente la
influencia del emirato en África Occidental y la región del Sahel,” dijo
el experto político regional, Mehdi Lazar, un especialista en Catar, al
semanario francés L´Express en diciembre. Catar también estaría
tratando de desestabilizar Argelia, uno de los países árabes que
continúan estando libres de su influencia política.
Francia, por su parte, está determinada a ayudar a la junta militar
pro-francesa a gobernar la totalidad de Malí y ve las actividades
cataríes en ese país con aprensión. Le Canard Echainé escribió: “A
principios de este año, varias notas del DGSE (el servicio de
inteligencia francés) alertaron al Palacio del Elíseo (sede de la
Presidencia francesa) acerca de las actividades internacionales del
emirato de Catar”.
El 22 de enero, el sitio francés France24 publicó un artículo
titulado “¿Está Catar alimentando la crisis en el norte de Malí?”, que
afirmaba que Doha se había aliado con los insurgentes en Malí. Según la
autora, Degolene Allemandou, los gobernantes cataríes buscan expandir el
extremismo en África con la ayuda a estos rebeldes. El mensaje sutil
era claro: el apoyo del emirato a los terroristas dañará su imagen en
Europa a largo plazo.
Destruyendo una Siria plural
En este contexto, todo el mundo puede comprender que los gobiernos
saudí y catarí apoyen a los extremistas que luchan para acabar con la
Siria multicultural y multirreligiosa y contra todos los grupos
religiosos que apoyan la convivencia y la cooperación entre las
distintas religiones. Después de todo, en Arabia Saudí sólo la corriente
wahabí disfruta en la actualidad de una plena libertad religiosa. El
resto de las religiones o escuelas islámicas están discriminadas,
perseguidas o prohibidas. Pero muchos pueden encontrar difícil de
comprender por qué Occidente, incluyendo Francia, está aliado con los
grupos extremistas salafistas que persiguen a los cristianos y destruyen
iglesias.
La respuesta es que el gobierno francés, y muchos otros
occidentales, no están interesados en realidad en la democracia o en la
libertad religiosa, sino en lograr sus propios intereses políticos,
estratégicos y económicos a cualquier precio. Las agresiones francesas
en África han provocado la muerte de miles de personas inocentes y han
arruinado las vidas de varios millones más, por no mencionar su
implicación en el genocidio de Ruanda de 1994. Con sus actuales
políticas hacia Siria, París intenta imponer su yugo neo-colonial a ese
país. Sin embargo, después de muchas décadas de independencia y de
disfrutar de su soberanía, los sirios no están dispuestos a convertirse
en esclavos de los gobiernos occidentales ni de regímenes corruptos,
retrógrados, promotores del terrorismo y despóticos como el saudí o el
catarí.
Al financiar y entregar armas a los grupos terroristas, el gobierno
francés, junto con sus aliados, no sólo está violando el Derecho
Internacional, sino que está destruyendo la posibilidad de una solución
pacífica al conflicto sirio y dejando su resolución en manos de los
militares. De este modo, los amigos de Siria deberían tomar buena nota
de este hecho y multiplicar su ayuda militar a Siria con el fin de
impedir que sus propios intereses resulten dañados. El Estado sirio es
fuerte y su pueblo es indomable, pero no hay duda de que Siria
necesitará todo tipo de apoyo de las personas libres del mundo con el
fin de resistir esta agresión.
msf
Fuente: Al Manar
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