por Yusuf Fernández - Una
de las falsedades mediáticas que se han difundido en los medios
occidentales sobre Siria es la existencia de una “diferenciación” entre
“opositores armados moderados”, que estarían representados por el
Ejército Sirio Libre -es decir, unos opositores aparentemente más
inclinados a seguir las pautas y directrices planteadas por sus
patrocinadores, los países occidentales y árabes del Golfo Pérsico, y
los “opositores armados radicales”, donde estaría el Frente al Nusra,
que acaba de cambiar esta semana su nombre por el de Al Qaida en Siria,
siguiendo la estela de “Al Qaida en Iraq”, la organización de la que el
primero procede.
Sin embargo, tal planteamiento ha demostrado ser inverosímil. Cabe
recordar, en primer lugar, el rechazo del ESL a la decisión
estadounidense, adoptada hace varios meses, de incluir al Frente al
Nusra en su lista de organizaciones terroristas, postura ésta que causó
indignación en Washington.
En
segundo lugar, según el sitio israelí de inteligencia Debka.com, los
países occidentales han acogido también con irritación las noticias de
que el ESL está vendiendo las armas que recibe de fuentes occidentales y
árabes a Al Qaida en Siria. Esto supone no sólo un vínculo superficial,
sino que demuestra la perfecta sincronía entre ambos grupos, tanto a
nivel operativo como incluso ideológico.
Según Debka.com, el presidente francés, François Hollande, habría
cambiado, por esta razón, de opinión sobre su anunciada intención de
enviar armas a los grupos terroristas en Siria. “Nosotros no lo haremos
(enviar armas) mientras no estemos seguros de que habrá un completo
control de la situación por parte de la oposición”, dijo el 29 de Marzo.
Quizás
los asesores de Hollande no le hayan comunicado lo ridículas que
resultan tales aseveraciones. Si para los insurgentes se trata de
escoger entre las armas de Hollande y sus correligionarios que luchan
hombro con hombro con ellos en Siria, la elección no resultará demasiado
complicada, especialmente teniendo en cuenta que los grupos armados no
carecen de apoyos y mentores.
Por otro lado, Al Qaida en Siria posee una
superioridad evidente en lo referente a motivación de combate,
compromiso ideológico y contactos internacionales con respecto a los
otros grupos. Esto queda plasmado en su rápido crecimiento y el
progresivo declive del ESL.
El mismo día que Hollande pronunció su declaración, las autoridades
turcas se incautaron de 5.000 pistolas, rifles y 10.000 balas en la
localidad de Akcakale, antes de que ellas fueran enviadas a Siria.
Aunque este gesto es meramente simbólico, dado el volumen de armas que
entran en Siria para los insurgentes, esta medida supuso un
reconocimiento implícito de que Turquía ha estado violando el Derecho
Internacional al alimentar y permitir el envío de armas a un país vecino
con el fin de desestabilizarlo, algo expresamente prohibido en la Carta
de las Naciones Unidas.
Por
otra parte, los dos regímenes absolutistas wahabíes, el de Arabia Saudí
y Qatar, continúan enviando armas a los terroristas sirios. Esto no es
de extrañar teniendo en cuenta que para ambos gobiernos, apoyados
incondicionalmente por Occidente, el ayudar a Al Qaida no supone ni
siquiera un problema de imagen. Arabia Saudí ha utilizado durante mucho
tiempo a terroristas con el fin de desestabilizar Iraq, y más
concretamente al gobierno de Nuri al Maliki, por su pertenencia a la
escuela shií y sus buenas relaciones con Irán.
Los países occidentales podrían estar comenzando a entender el
peligro que genera el monstruo que ellos mismos han estado alimentando.
Al Qaida está hoy en día muy presente en Siria e Iraq e incluso en el
Norte del Líbano, donde no sólo combate sino que forma a miles de
voluntarios de numerosos países en su ideología extremista. Esto
satisface, sin duda, a los gobiernos qatarí y saudí, pero supone un
peligro real para los países occidentales, que está en la actualidad
desplegando tropas en Afganistán y Mali para frenar a esas mismas
fuerzas.
La explicación de por qué varios gobiernos europeos, incluyendo el
francés y el británico, apoyan a tales fuerzas en Siria, que resultan
para ellos tan nefastas en otros lugares, tiene que ver con su
subordinación a los lobbies sionistas en sus respectivos países. Para
los círculos pro-israelíes, el problema no es el extremismo de Al Qaida,
sino el eje de la resistencia -del que Siria es un miembro destacado-,
que sigue constituyendo, hoy como ayer, el principal obstáculo para la
implementación del plan norteamericano-israelí para controlar Oriente
Medio.
Fuente: Al Manar.
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