por Pepe Escobar - Los evangelistas israelíes a favor de una guerra contra Irán están
todavía de moda y sus mentirosas recetas propagandísticas todavía
seducen a muchos neoconservadores y demócratas en los Estados Unidos y
Occidente europeo. La mentira para justificar una guerra contra Irán
puede todavía funcionar, como fue en su época el falaz pretexto de la
bomba atómica de Saddam Hussein para invadir Irak. Pero habría que
analizar más de cerca el impacto mediático de la mentira —y no la
supuesta bomba— para neutralizarla como “arma de destrucción masiva”
de control del pensamiento y sentimiento de los verdaderos intereses de
los pueblos pacíficos del mundo, tal como nos advirtió el sabio maestro José Saramago.
Al tío Marx nunca se le ocurrió que la historia se
repetiría como una doble tragedia después de haber sido una farsa para
comenzar. Examinemos el caso del que se trata. Ante todo, echemos una
mirada al artículo de opinión del Wall Street Journal de septiembre de 2002, en los histéricos preparativos de la invasión de Irak.
Título: «El caso a favor del derrocamiento de Sadam». Autor: Benjamin "Bibi" Netanyahu, entonces aspirante al gobierno israelí.
Lo dice todo: “un dictador que expande rápidamente su arsenal de
armas biológicas y químicas” y “que trata febrilmente de adquirir armas
nucleares”; el paralelo entre Sadam e Hitler; el retrato de Israel (una
potencia nuclear de facto) como víctima indefensa del “terror”
palestino; la afirmación de que Sadam podría producir combustible
nuclear “en centrífugas del tamaño de máquinas de lavar que pueden
ocultarse por todo el país, e Iraq es un país muy grande”; la agitación a
favor de un ataque preventivo unilateral; y la conclusión inevitable de
que “nada dará resultado salvo el desmantelamiento de su régimen”.
Avancemos rápidamente más de 10 años a esta semana en Israel. La
escena: conferencia de prensa del primer ministro israelí Bibi Netanyahu
y del visitante, el presidente de EE.UU. Barack Obama. Cualquiera que
lo viera en vivo en al-Jazeera, de Medio Oriente al Este de Asia, tiene
que haber pensado que estaba viendo un Regreso al futuro geopolítico y,
francamente, Michael J. Fox por lo menos tenía encanto.
Esta vez no hay encanto que valga; fue más bien un escalofriante
Regreso de los muertos vivientes de cuello y corbata. Bibi y Obama se
esforzaron por subrayar que el lazo entre EE.UU. e Israel es “eterno”.
En realidad Bibi prefirió destacar que las armas nucleares
(inexistentes) de Irán plantean una amenaza existencial para Israel.
Repitió, una y otra vez, que Obama es inflexible: Israel tiene derecho a
hacer lo que quiera para defenderse, su seguridad no es responsabilidad
de nadie más, ni siquiera de Washington.
Obama, por su parte, subrayó otra vez que la política oficial de
Washington hacia Irán no es de contención, sino impedir que Irán
adquiera un arma nuclear. Subrayó que la “ventana de oportunidad” se
está achicando; y, por supuesto, que todas las opciones están sobre la
mesa.
La idea de que el presidente de EE.UU. (POTUS) ignore
intencionalmente el veredicto sobre Irán de su propia sopa de letras de
agencias de inteligencia podrá tomar por sorpresa a un mundo racional.
Pero no se trata de realidad; se parece más bien a un reality de mala
calidad.
Sueña, sueña, sueño húmedo de colono
Los que gobiernan Israel –a pesar de la avalancha de desmentidos de
los medios corporativos infestados de neoconservadores de EE.UU.– fueron
absolutamente esenciales en toda la operación de enardecimiento para la
Guerra de Irak; Ariel Sharon alardeó entonces de que la coordinación
estratégica entre Israel y EE.UU. había alcanzado “dimensiones sin
precedentes”.
Bibi fue solo era uno de tantos entonces –como detalla Jim Lobe aquí – citando palabras sabias de Bibi suministradas a un Congreso de EE.UU. mal informado hasta la inconsciencia en 2002.
Cada “funcionario israelí” de entonces elucubraba sin aliento que
Sadam estaba solo a meses de conseguir un arma nuclear. La mayor parte
de la “inteligencia” sobre las armas de destrucción masiva presentada al
Congreso y fielmente pregonada por los medios corporativos fue
filtrada, si no enteramente amañada, por los servicios de inteligencia
israelíes, debidamente detallado, entre otros, por Shlomo Brom en su
estudio An Intelligence Failure, publicado por el Centro Jaffee de
Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel Aviv en noviembre de
2003.
Por supuesto no importó que los inspectores de la ONU no encontrasen
pruebas de un programa de armamento nuclear. Por supuesto no importó que
el yerno de Sadam, Hussein Kamel, quien había desertado a Jordania en
1995, dijeran con precisión a los inspectores de la ONU que no había
habido ningún arma de destrucción masiva desde 1991.
Ahora es una doble tragedia, y de nuevo una doble farsa. Hasta los
nepalíes que construyen brillantes torres en Dubai saben que la histeria
de “Bombardead Irán” es la táctica de Tel Aviv para distraer del tema
de la implacable confiscación de tierras/limpieza étnica a cámara lenta
en Palestina y consecuentemente la imposibilidad total, de facto, de una
solución de dos Estados.
Aquí, Jonathan Cook detalla
concisamente la configuración política francamente temible de Israel
después de las últimas elecciones. La web israelí Ynet ha informado de
que los colonos israelíes no dejan de aclamar al nuevo gabinete.
Traducción: el último clavo en el ataúd del ya muerto y enterrado
“proceso de paz”.
De modo que ahora tenemos una moderna parábola geopolítica que
intrigaría a Esopo. Bibli insulta en público a POTUS. Apoya
desvergonzadamente a Mitt Romney (¿quién se acuerda?) en las elecciones
presidenciales de EE.UU. Ataca el “proceso de paz” con una andanada de
“hechos en el terreno” creados con misiles Hellfire (con considerable
“daño colateral” palestino). Insiste en su único mensaje: Bombardead,
bombardead, bombardead, Irán. Y entonces POTUS, en teoría el poderoso
Doble 0 Bama con una licencia (lista) para matar pero que realmente se
comporta como un turista accidental, aterriza en Israel con su lista
para matar entre las piernas, para refocilarse en la gloria de Bibi.
No es sorprendente que el rabioso tropel neoconservador/israelí ante
todo/bombardead Irán esté encandato. Hace diez años su mantra fue “Los
hombres de verdad van a Teherán”. La pregunta ahora es si POTUS tendrá
los cojones necesarios para hacerlos ceder.
Fuente: Red Voltaire.
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