martes, 25 de junio de 2013

Occidente está secuestrado por el sionismo radical

por Jesús González Espliego* - Así puede verse en el discurso pronunciado a comienzos de 2010 por Geert Wilders, Presidente del Partido de la Libertad de Holanda, en Nueva York, presentando una “Alianza de Patriotas” y anunciando una Conferencia en Jerusalén para hacer frente a la Jihad: “Israel es nuestra primera línea de defensa.....la guerra en contra de Israel no es en realidad una guerra contra Israel, sino una guerra en contra de occidente..”

Después, se fundó la organización “Amigos de Israel”, impulsada por el expresidente del Gobierno español José María Aznar, y que nació con vocación internacional. Lanzó el manifiesto: “Apoya a Israel, apoya a Occidente”, que se encuentra en Internet (de todo esto daba noticia, por ejemplo, el diario español ABC el 22.06.10). En el punto 4 se dice que “Israel se encuentra en primera línea, pero nosotros somos los siguientes”.

En enero de 2012, tuvo lugar en la sede de la Comunidad de Madrid la entrega de los Premios Samuel Hadas, que concede la Embajada israelí en España en reconocimiento de las personalidades que promueven los lazos entre ambos países. Llevan el nombre del primer embajador de Israel en España, de 1986 a 1987. El citado José María Aznar, uno de los galardonados, denunció «la campaña de deslegitimación internacional» contra Israel y destacó que «si cae Israel, caemos todos».

Después, la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, defendió vivamente a Israel con estas afirmaciones: «La mejor prueba del aprecio que una sociedad tiene por la libertad es su toma de posición en la defensa del Estado de Israel». Es «su Estado, el único Estado democrático de Oriente Medio». Una «isla de libertad en medio de una región dominada por regímenes totalitarios».

«Defender hoy el Estado de Israel, es defender nuestra libertad, es defender las bases de nuestra civilización judeocristiana, defender nuestra civilización occidental».

Es cierto, que hay un gran peligro por parte de ciertos sectores de algunos grupos extremistas como Al-Qaeda, como también lo hay por parte de sectores del judaísmo fundamentalista y de otras ideologías y países. Por una parte, tenemos cosas como el terrible atentado de las torres gemelas en Nueva York; por otra, la frialdad estremecedora de los asesinatos selectivos de Israel y EE.UU. Pero cabe preguntarse si Israel es realmente Occidente y si puede ser su primera línea de combate en algo.

Muchos sectores judíos en el Israel actual si son Occidente: son herederos de las grandes aportaciones intelectuales judías en la historia, se preocupan de los derechos palestinos y son críticos con los excesos en la política del régimen israelí. Pero, otros sectores judíos son el anti-occidente, en lo teórico y en lo práctico.

En lo teórico, por su idea de único “pueblo elegido” y único al que Dios ha prometido una tierra concreta. Eso se opone al universalismo cristiano, ya anticipado por los profetas de Israel, que se concreta en la idea de nueva alianza en la que todos los pueblos pasan a ser elegidos, todos llamados a cumplir una plenitud. En el Islam se manifiesta, asimismo, esta idea universal. Esta concepción de igualdad de todos los pueblos ante la verdad religiosa forma parte hoy del acervo común de casi toda la humanidad, y sin ella no se explica bien Occidente.

En lo práctico, también esos sectores actúan como anti-occidente. Hagamos memoria: Veamos, primero, la forma en que se estableció el Estado de Israel. El Reino Unido se comprometió, mediante la Declaración Balfour, con “el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”; sin realizar ninguna votación previa en la zona. Según parece, como premio al importante apoyo económico judío al esfuerzo bélico de Reino Unido, Francia y EE.UU. (cf. “Así nació Israel”, Cuadernos de Historia 16, n? 47, 1985)

Los árabes no se opusieron inicialmente. No vieron impedimento para la existencia de una patria palestina, ni para la convivencia que se venía dando entre ambas étnias en Palestina. Pero, las organizaciones judías fueron realizando una inmigración masiva que alteró las proporciones de la población, buscando obtener la fuerza necesaria para proclamar un estado sólo judío. Esto va contra el espíritu de la Declaraciín Balfour: “quedando claramente entendido que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ..”. Ya que sí se perjudicaba a la población árabe que, como la de cualquier lugar del mundo en general, no desea una división de su patria.

Asimismo en contra del Libro Blanco, elaborado por el Gobierno británico, que entraba en vigor en 1939, y que afirmaba: “tras la entrada en Palestina de 75.000 judíos durante los próximos cinco años (hasta 1944), la inmigración judía debe cesar, a menos que los árabes la consientan... Se formará en el plazo de diez años un Gobierno permanente y representativo y los judíos estarán en el país en estado de permanente minoría”.

Pero, la mayoría del sionismo se había decantado por la creación de un estado sólo judío, quedando arrinconadas las ideas de los revisionistas judíos, fundados por Vladimir Javotinsky, que se orientaban más al estado judeo-árabe. El Libro Blanco fue rechazado en la Conferencia Sionista Extraordinaria de 11.05.1942; en lo que tuvo mucho influjo David Ben Gurión, Presidente en ese momento del Comité Ejecutivo de la Organización Sionista.

Al final, la ONU acordó el 29.11.1947 la partición de Palestina. A los judíos se les daba el 56% del territorio y a los árabes el 44%. Cuando se fueron los británicos, el 14.05.1948 se calcula que los judíos en Palestina eran aproximadamente un tercio de la población total.

Vemos, de forma simplificada, la evolución que siguió en el tiempo la población (cf. artículo citado):

Año Población total Judíos % de judíos
1922 850.000 82.000 9’64 (censo oficial)
1931 1.035.281 174.006 16´80 (censo oficial)
1948 (proclamación del estado judío) 33 (estimación)

No se había producido tan gran cambio sólo fomentando la inmigración judía a gran escala (en parte ilegal). La misma produjo una fuerte crisis en la poca desarrollada sociedad palestina. Por ejemplo, las granjas colectivas judías, los kibbutz, (en los que se compartía trabajo, comida, instrumentos y beneficios), con sus bajos costes de producción, arruinaron a muchos campesinos árabes que debieron vender sus tierras –convirtiéndose en braceros- o tuvieron que emigrar.

Desde 1927 la convivencia en Palestina empeoró mucho. Al acabar la II Guerra Mundial, el terrorismo de ciertas organizaciones judías se disparó (Irgún por la derecha y Stern por la izquierda). Pero, no sólo contra los árabes: ataques a puestos de policía, cuarteles, patrullas ... buscando armas, dinero o presiín política. Con esto mostraron su nulo respeto por las atribuciones que la comunidad internacional reconocía al Mandato británico.

Lo cierto es que la lucha violenta se generalizó, por ambas partes, desde 1946. Este año, el Irgún hizo volar el hotel King David, de Jerusalén, sede del Gobierno del Mandato británico y de su Estado Mayor militar. Murieron 91 personas, con 200 heridos graves. Fue en represalia al asalto británico de la Agencia Judía (a la que se consentía funcionar), en el que se tomaron documentos comprometedores. El Irgún lo dirigía, desde 1943, Menahem Begin; que sería Primer Ministro de Israel en 1977, y luego Nobel de la Paz en 1978, junto con Sadat (a raíz de los acuerdos de Camp David, alcanzados tras reunirse con Sadat (Egipto) y Carter (EE.UU.)

Desde el acuerdo de partición de Palestina (29.11.47) a la proclamación del Estado de Israel existía ya una guerra indeclarada. El 09.04.48 se produjo la terrible matanza de Deir Yessin, a cargo del Irgún, aún dirigido por Begin: se quemó la aldea, previamente cercada, matando a los que huían. Hubo 254 muertos -de 300 habitantes- según la Cruz Roja Internacional.

Finalmente, el 14.05.1948 se proclamó el Estado de Israel. En la Declaración de Independencia se afirma: “.. Después de ser exilados por la fuerza de su tierra (no se indica fecha o circunstancia concreta) el pueblo (judío) mantuvo la fe en ella durante su dispersión... se esforzaron en generaciones sucesivas por reestablecerse en su antigua patria. En las décadas recientes regresaron en masa…”

Pero, ¿hubo realmente un exilio judío forzoso masivo en su día?. Shlomo Sand, profesor de Historia de Europa, en la Universidad de Tel Aviv, publicó “The Invention of the jewish people” en 2009 (salió una edición española en 2011); las citas que siguen traducidas son de dicha edición. El libro recoge ese texto de la Declaración de Independencia y acredita afirmaciones de interés al respecto.

Con relación a la revuelta judía contra Roma, que culmina en el año 70 E.C. (= era comuún) con la destrucción del templo de Jerusalén (pág. 130 ss.), enfatiza que los romanos nunca deportaban pueblos enteros. Y que, si bien en países del Mediterráneo occidental, comunidades locales de granjeros fueron desplazadas para asentar a soldados romanos, esa política excepcional no se aplicó en el Oriente próximo.

Considera que Flavio Josefo, historiador judío de esa revuelta zelote, iniciada en el 66 EC., tiende a exagerar las cifras, “como todos los historiadores antiguos”, y reduce la cifra de 97.000 cautivos de Josefo a unos 70.000. Esto no significa que Tito expulsase “al pueblo judío”. “En ninguna parte de la abundante documentación romana hay mención alguna a deportación de Judea”. Ni se han encontrado rastros de grandes poblaciones de refugiados cerca de las fronteras de Judea, tras el levantamiento, como se darían de haberse producido una huida masiva. Afirma que, al final de ese primer siglo, la cultura judía en el país entraba en uno de sus más impresionantes y fructíferos períodos.

En relación a la revuelta del apodado Bar Kojbá (hijo de la estrella) del 132 EC, cita al historiador romano Cassius Dio; y dice que, si bien éste agranda las cifras de la devastación y la mortandad, no menciona deportaciones. Aplastada la revuelta, los romanos cambiaron el nombre de Jerusalén por el de Aelia Capitolina, y se impidió por cierto tiempo a los circuncisos entrar en ella. El nombre Provincia Judea se cambió por el de Provincia Syria Palestina (después por Palestina).

Pero, afirma Sand: “las masas judías no fueron exiladas en el 135 EC”. La cultura en el país alcanzó lo que vino a ser considerado como su edad de oro en el tiempo de Rabí Judá ha-Nassi, y en el 220 EC se completaron y ordenaron las seis partes de la Mishn?*.

Se pregunta el autor: “¿Cuál fue, entonces, el origen del gran mito sobre el exilio del pueblo judío que siguió a la destrucción del templo?”. Según Sand, parece que dicho origen está en los escritos de (San) Justino Mártir que, en la segunda mitad del siglo II EC, ligó la expulsión de los circuncisos de Jerusalén, tras la citada revuelta de Bar Kojbá, con un castigo divino colectivo. Sería seguido por otros autores cristianos, que vieron la presencia de judíos fuera de Palestina como castigo por el rechazo y crucifixión de Jesús. El mito del exilio fue lentamente apropiado por la tradición judía.

Menciona a la comunidad judía que existía en Babilonia desde el siglo VI antes EC, originada a raíz de la deportación de Judea que realizó Nabucodonosor (que habría afectado a las élites culturales y a sectores de la administración) y dice que aún durante el poderoso reino judío Hasmoneo no buscó, dicha comunidad, “retornar” a Sión (pág. 134).

Afirma que, cuando los centros culturales judíos en Babilonia decayeron, los judíos emigraron a Bagdad, no a Jerusalén, pese a que ambas ciudades estaban regidas por el mismo califato. Sigue: “los judíos deportados de España emigraron a ciudades por todo el Mediterráneo, pero sólo unos pocos escogieron ir a Sión”. “En la época moderna, con sus feroces progroms y el surgir de un nacionalismo agresivo en la Europa del Este, masas de gente Yiddsh emigraron hacia el Oeste, principalmente a EE.UU.”. Dice que sólo al cerrarse las fronteras americanas en los años 1920, y de nuevo tras las masacres nazis, números significativos emigraron hacia Palestina.

Proclamado, por tanto, el Estado de Israel, a la una de la madrugada del 15 de mayo, abandonó Palestina el alto comisario británico. Antes del amanecer, comenzó la guerra con el ataque de varios países árabes contra Israel. Deben tenerse presente varias cosas al respecto:

-Como se ha dicho, se ha violado, por parte sionista, la idea inicial del hogar judío en una Palestina unificada.
-Ya hacía mucho que los árabes se habían puesto a la defensiva contra la invasión. Nació el Alto Comité Árabe, -presidido por el Muftí de Jerusalén, jefe espiritual y político de los palestinos- que desarrolla una acción notoria desde 1929 (huelgas, desórdenes, así como acciones violentas).
En Febrero de 1946 realizaron una huelga general en Palestina. En mayo, jefes de Estado árabes reafirmaron en Egipto el carácter árabe de Palestina. En junio, la Liga Árabe, reunida en Siria, tomó acuerdos contra los intereses británicos y de EE.UU., en sus respectivos países, si no se atendían sus reivindicaciones sobre Palestina.
-Los países árabes votaron en contra de la partición el 29.11.1947, cuya distribución territorial es injusta, como se ha dicho.
-La Declaración de Independencia de Israel, se realiza en el día antes de la invasión. En la misma, se confirma que Israel es un “Estado judío” (no binacional) que tiene también “habitantes árabes”.

Ley de Retorno

En 1950 se promulgó la Ley de Retorno que <.. otorga a todo judío, quien quiera que sea, el derecho de venir a Israel en condición de Olé (judío que inmigra a Israel) y adquirir la ciudadanía israelí..> (NOTA del autor: Olé es literalmente “elevado”, el judío sube a Jerusalén y por extensión a todo el país al regresar.). Véase en la Web del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí “Ley de Retorno”, apartado “Adquisición de la nacionalidad ..”.

Según el mismo: . (Comentario: Por ejemplo, el hijo ateo de un padre judío -ahora ya padre o madre- entra en la LR).
¿En que país del mundo occidental se acepta esta concepción de retorno, por motivos étnicos, que sólo favorece a una parte de la población?

Son significativas las cifras que esta política produjo hasta 1996. Dentro del Ley de Retorno, en el apartado “Aliá” (relacionada con Olé) tenemos:

Inmigrantes por
Continente
1948-1996

Europa 58%
África 18%
Asia 15%
América y Oceanía 8%
Desconocido 1%

Inmigrantes por año de inmigración
1948-1996

1948-51 688.000
1952-59 272.000
1960-69 374.000
1970-79 346.000
1980-89 154.000
1990-96 737.000

Estamos ante una grave incongruencia: que judíos que para nada son descendientes de los que salieron de allí hace siglos (que en su mayoría no fueron expulsados; véase la gran diáspora que ya había por el Mediterráneo en tiempo de Jesús y antes, con el caso notorio p.e. de Alejandría) puedan ir a vivir a Israel, mientras que se niega el retorno a cientos de miles de palestinos. Un cierto número de los cuales puede ser, según expertos, descendiente de la población judía de comienzos de nuestra era, sólo que cristianizada o islamizada. (véase la citada “The invention of de jewish people”, de Shlomo Sand).

No se tiene esto presente cuando se dice que Israel es prácticamente la única democracia de la región. ¿qué diríamos de un país occidental en que los detentadores del poder expulsasen a buena parte de la oposición, y trajesen a vivir, en cambio, a extranjeros de sus mismas ideas?

Prueba también del “democrático” actuar de importantes sectores israelíes lo da el vergonzoso rechazo del Tribunal Supremo de Israel a declarar inconstitucional la llamada ley de Ciudadanía, aprobada en 2003 y que había sido recurrida ante los tribunales por las ONG de derechos humanos israelíes, Adalah, ACRI y Hamoked.

La norma permite la reunificación familiar en Israel solo a los israelíes casados con palestinos varones que tengan al menos 36 años o mujeres que tengan más de 26. También impide que los cónyuges de israelíes obtengan la nacionalidad israelí si son palestinos. Esas limitaciones no se aplican si el cónyuge es extranjero pero de cualquier otra nacionalidad, por lo que apenas afectan a la población israelí judía y se dirigen fundamentalmente a la minoría árabe, que representa un 20% de la población.

Con hipocresía, el Supremo reconoce que la ley garantiza a los cónyuges el derecho a vivir juntos pero matiza que ese derecho no tiene necesariamente que ser ejercido en Israel (!). La mayoría de los miembros del tribunal admitieron que la norma daña el derecho a la igualdad, pero de forma proporcional, y que no entra en conflicto con las leyes fundamentales del país (!). La única que votó en contra fue la presidenta del Supremo, la magistrada Dorit Beinisch,

La ONG ACRI (Asociación por los Derechos Civiles en Israel) afirmó que «el Supremo ha fracasado gravemente en su labor de defender los derechos humanos ante la tiranía de la mayoría parlamentaria». «Es un día oscuro para la protección de los derechos humanos y para el Supremo»; la corte «ha estampado su aprobación en una ley racista que dañará las vidas de familias cuyo único pecado es la sangre palestina que corre por sus venas».

Por citar otras cosas graves: Tenemos los hechos que investigadores de la ONU han calificado como crímenes de guerra contra los palestinos. Los asentamientos en los territorios ocupados que violan convenciones internacionales e impiden la continuidad territorial viable de un posible estado palestino. El muro que deja aislados a muchos palestinos, etc.

Desde la creación del Estado de Israel, las relaciones entre el Cristianismo y el Islam se han deteriorado bastante (en el mundo árabe y a nivel más amplio), dándose un enorme éxodo de cristianos en todo Oriente Próximo en general. Sectores del mundo islámico asocian cristianismo con Occidente, y no perdonan la continua violación de resoluciones de la ONU por Israel, consentidas sobre todo por los EE.UU. y, en menor grado, por otros países occidentales importantes .

El radicalismo en el mundo islámico ha tomado auge por el desencanto de los regímenes surgidos con las independencias de los países árabes; entre otras cosas, ante el fracaso de sus dirigentes en las guerras con Israel y en la defensa de la causa palestina (véase “La revancha de Dios”, de Gilles Kepel). De ahí viene el grave problema del terrorismo.

El 31.05.10, se produjo el asalto, por el ejército de Israel, de la flotilla humanitaria que iba a Gaza. Se dió un gran rechazo internacional, con importantes consecuencias, así como un gran movimiento de autocrítica dentro de Israel, que exigirían todo un artículo.

Me parece desafortunado que en el citado manifiesto “Apoya a Israel, apoya a Occidente” se afirme en su punto 3 que: “. Los estatutos de derechos humanos y los organismos internacionales establecidos para garantizar la justicia ... han sido subvertidos, sus principios rectores dados vuelta, para hacer la guerra contra la democracia israelí. La campaña en contra de Israel está corroyendo el sistema internacional desde el interior.”.

Veo triste que sea ahora, cuando la reacción internacional ha sido de lo más unánime contra los abusos del régimen israelí, que digan esas cosas los defensores a ultranza de Israel, y no cuando se dio, por ejemplo, el premio Nobel al citado Begin. Aparte de lo ya dicho más arriba sobre Deir Yessin, me parece conveniente citar el artículo aparecido en el ABC de 17.06.2006, titulado “La bomba de Begin contra Adenauer”. En el cual se habla de una investigación de Henning Sietz en el respetado Frankfurter Allgemeine:

Se cita un libro, según el cual, Begin (el luego premier israelí (1977-83) se comprometió y sufragó con mil dólares la operación, ofreciendo incluso su reloj de oro. El objetivo era dinamitar, un proceso de compensación y reconciliación entre la República Federal y el nuevo Estado de Israel. Begin, que perdió a sus padres y un hermano en el Holocausto estaba contra toda reconciliación diplomática. Había clamado en una sesión del Knesset, en enero de 1952: : «la sangre hebrea no tiene precio». «Todo alemán es un asesino, Adenauer es un asesino» . Finalmente fue acordado un monto compensatorio de 1.000 millones de dólares.

Como vemos, pese a todos estos fallos del sionismo radical, algunos presentan a Israel como el entendido en terrorismo, el aliado clave para combatirlo. Se da, por tanto, un cierto “secuestro de Occidente” a manos del sionismo radical, de los que ni piensan ni actúan acorde con la esencia de ese Occidente. Que se presentan como providenciales para él, mientras que lo enfrentan continuamente con el mundo islámico. Lo que seguirán haciendo, ya que parecen pensar que, si ambos mundos –occidental e islámico- se ponen de acuerdo respecto de los palestinos, ellos van a verse en apuros.

Si no se planta cara a la actual política gubernamental israelí puede seguirse una dinámica de acción y reacción entre Occidente y el Islam de imprevisibles consecuencias. Hay que combatir al terrorismo, venga de donde venga (también hay terrorismo de Estado), pero no a costa de los débiles, de los palestinos.

Los EE.UU son el máximo exponente del Occidente secuestrado y, también, el mayor colaborador en el secuestro; con un sistemático apoyo al sionismo radical que ya le está dejando en ridículo. Vemos, por ejemplo, como en noviembre de 2012, la Asamblea General de Naciones Unidas admitió a Palestina como “Estado observador” tras una votación en la que 138 países se pronunciaron a favor, solo nueve en contra y 41 se abstuvieron. Israel y Estados Unidos han quedado en el mayor aislamiento diplomático que han conocido jamás. Únicamente la República Checa, Canadá, Panamá, Nauru, Palau, Micronesia y las Islas Marshall votaron junto a ellos.

Por cierto ¿en qué países del mundo, occidental o no, se da una venta libre de armas de tal calibre y cantidad como en EE.UU.? La terrible tragedia de tantos miles de víctimas y el sufrimiento inmenso de tantas familias no parece ser muy importante para algunos; por lo menos en comparaci?n con el entrenamiento que tanto armamento da a muchos en orden a tener la supremacía mundial.

Las razones del secuestro

Para Israel, está claro que le interesa presentarse como “primera trinchera” en la defensa de Occidente, a través de los medios de difusión y los políticos más adictos. Así atrae muchas fuerzas en su defensa. La acción del poderoso grupo de presión (“lobby”) judío en EE.UU. a favor de Israel es determinante.

Por parte de EE.UU. y otras potencias occidentales, está la importancia del petróleo y, por tanto, la necesidad de un aliado en la zona, al servicio de sus intereses energéticos. Además de este tema, EE.UU. precisa aliados en todas partes al servicio de su hegemonía mundial.

Hay interés de EE.UU. y otras potencias occidentales en exportar su modelo de democracia a toda el área de Oriente próximo y, más aún, a todo el mundo islámico y al resto del planeta. Tal democracia no lo es en realidad. Etimológicamente, “democracia” significa “poder del pueblo”; pero, en el modelo exportado por la mayor parte de Occidente el pueblo no tiene el poder, ni éste se ejerce en su favor. Lo tienen los grandes capitales.



*Jesús González Espliego es Analista político y Licenciado en Estudios Eclesiásticos.

NOTAS:

*Mishna: “lo aprendido oralmente”, “de memoria”. Es la codificación más antigua de la enseñanza oral rabínica; un muy largo proceso, cerrado hacia el 200 d.C. Y fue junto con la Biblia el libro sagrado sobre el que se construyó el judaísmo rabínico.
Sirvió de base al Talmud: “enseñanza”, “doctrina”. Hay dos talmudes, que comentan y profundizan la Mishna: el de Jerusalem o palestinense, más corto, con redacción final hacia el s. IV d.C. Y el de Babilonia, considerado el Talmud por excelencia, cuyo cierre se dio en el s. VI-VII d.C.

Fuente: ABNA

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